En un viaje al sur de la India, en el año 1988, un amigo nos lleva a conocer una empresa con la que él trabajaba en Francia y que estaba seguro que nos iba a impactar: AUROSHIKHA. Se dedicaban a fabricar inciensos artesanales, no tóxicos certificados por IFRA y donde sus trabajadoras cuando te recibían sonrían continuamente.

El por qué empiezo a comercializar estos inciensos cuya decisión iba a ser el primer andamiaje de lo que es ahora La Rueda Natural: las sonrisas de estas mujeres: lo felices que estaban trabajando sabiendo que parte de los beneficios de su trabajo subvencionan el colegio UDAVI donde sus hijos y los niños de las aldeas colindantes podían asistir gratuitamente. Estas mujeres sabían que tenían cubiertas tanto las bajas maternales como las de enfermedad, donde tenían asistencia sanitaria gratuita, donde, por fin, podían compatibilizar trabajo y labores domésticas, donde la prioridad era que los productos estuvieran exentos de toxicidad para ellas quienes los manipulaban y para quienes los compraran. Corría el final de los ochenta y lo que vimos fue lo que ahora llamamos Comercio Justo.

Veintiocho años más tarde seguimos con Guy y Mrinalini quienes siguen a la cabeza.

Guy, su fundador supo crear unas fragancias que se adaptaban al gusto europeo donde solemos quemar nuestros inciensos en el interior de nuestras casas al contrario que en Asia donde suelen ser espacios ventilados y quizás este sea uno de los grandes secretos del éxito de estos inciensos.